ÍNDICE
•Introducción
•La prehistoria
•Incas, mayas y aztecas
•Egipto
•Los Mesopotámicos
•Grecia
•Los Íberos
•Los pueblos bárbaros
•Roma
•Imperio Bizantino
•La Edad Media
•Renacimiento
•Barroco
•Siglo XIX
•Neoclasicismo
•Imperio
•Romanticismo
•Realismo, Historicismo
•Siglo XX-I (1900-1930)
•Siglo XX-XXI (19030-1960)
•Siglo XX-XXI (1960-1980)
•Siglo XX-XXI (1980-2000)
•Siglo XX-XXI Los inicios del nuevo milenio
INTRODUCCIÓN
En la antigüedad el cabello era símbolo de vitalidad. Por ello ha sido siempre
objeto de atenciones y cuidados. Calvicie, canas y caída del cabello han sido
siempre signos valorados negativamente como señales de vejez o de enfermedad,
que el hombre se ha esforzado por combatir con diferentes medios.
La dignidad y el estado social del hombre se podían apreciar por la longitud de
sus cabellos. Cabellos largos llevaban los que nacían libres, los nobles, los
guerreros y los dioses. Cabellos cortos llevaban, principalmente en las
culturas romanas, los esclavos, sirvientes y trabajadores, lo que les
proporcionaba mayor higiene.
A menudo se llevaban simultáneamente varios peinados mientras que las ropas se
mantenían semejantes durante siglos.
LA PREHISTORIA
Fuente inagotable de mitos y leyendas, el pelo fue visto hace miles de años
como un potente elemento mágico o ceremonial. En nuestros días, todavía algunas
de las culturas primitivas consideran que el alma de cada persona se encuentra
en su cabello.
La importancia mágico-religiosa del cabello propició que ya en tiempos remotos
su cuidado tuviera una considerable importancia en muchas sociedades.
Es posible que la primera herramienta usada por el hombre para cortarse el
cabello fueran las lascas extremadamente afiladas de piedra de sílex,
resultantes del laborioso proceso de obtención de material cortante a partir de
golpear unas piedras con otras. El corte de pelo se debía indudablemente a
cuestiones prácticas o ceremoniales y nada tenía que ver con los motivos
únicamente estéticos de épocas posteriores.
Espinas de pescado, dientes de animales y ramitas secas de plantas diversas
fueron los primitivos peines de aquellas gentes, que se supone que incluso
llegaron a utilizar sangre, grasas y tintes vegetales como colorantes para
teñir sus cabellos, siempre por motivos rituales.
En algunos pueblos utilizaban curiosas diademas tanto mujeres como hombres, y
en otros sólo las mujeres vírgenes. Por lo general se utilizaban adornos para
diferenciarse socialmente y para distinguirse de otras tribus.
INCAS, MAYAS Y AZTECAS
Estos pueblos ya extintos se vestían con muchísimos colores, y adoraban al sol
y a la luna. Utilizaban cabellos largos trenzados, que decoraban con gran
cantidad de joyas, cuentas de colores, plumas y otros adornos que aportaran
distinción.
EGIPTO
El clásico peinado de las mujeres egipcias consiste en melenas completamente
lisas, color negro azabache y decorado con finas diademas o con hilos de piedras
brillantes o de colores.
Por otra parte los sacerdotes de determinadas castas podían raparse
completamente el pelo, o por el contrario dedicarse a cultivar largas y
cuidadas melenas. Así pues, podían diferenciarse los oficiantes del culto a uno
u otro dios, entre otros detalles, por la clase de peinado o peluca utilizados.
La elaboradísima cultura egipcia fue de las primeras en considerar el cabello
un elemento fundamental de la belleza física y lo trataba ya con funciones
estéticas, a pesar de que, como hemos comentado, tuviera también usos sociales
y religiosos.
Pelucas (de lana de oveja o de hojas de palma) y tintes se consideran inventos
pertenecientes a la cultura de las pirámides, y es a ellos a quien se debe la
utilidad de la henna en coloración capilar, usada todavía hoy para obtener
tonos rojizos y caobas.
Se conocen utensilios (espejos, peines, navajas de afeitar) del Antiguo Egipto
desde 5 milenios antes de Cristo que demuestran el interés de los egipcios por
los cabellos y la barba.
Más tarde, en el Imperio Medio, aparece la peluca caracol, llamada así por el
enrollado de los cabellos sobre el pecho.
Del Imperio Nuevo existe una estatua del Faraón Tutmosis III (1490 – 1436 a.C.)
en la que se observa la barba postiza de las ceremonias que sube por las
mejillas, sujeta por una cinta y desaparece bajo la corona real. La longitud de
esta barba indica la importancia de su portador.
En el caso de dioses con figuras humanas esa barba llega hasta el pecho y sus
puntas están enrolladas. La barba está trenzada frecuentemente y en las
representaciones de los dioses acaba con la piedra divina, el lapislázuli.
Los sacerdotes egipcios llevaban la cabeza calva y se afeitaban el cuerpo
totalmente cada tres días, incluso las cejas.
Además los faraones llevaban cofias o áspides que dejaban libres las orejas.
Las reinas por su parte llevaban tocados en forma de buitre o de serpiente.
Los esclavos egipcios por su lado iban rapados y llevaban cascos de cuero.
LOS MESOPOTÁMICOS
Este grupo abarca los antiguos caldeos, babilonios, asirios, medos y persas.
Los hombres lucían pelo natural tanto en la cabeza como en el rostro y se lo
peinaban y rizaban muy cuidadosamente. En ocasiones se teñían el pelo con
alheña, de una tonalidad rojo-anaranjada.
También utilizaban algo las pelucas. Las mujeres se dejaban crecer su pelo
natural o llevaban pelucas. Empleaban tintes para el pelo y se oscurecían las
cejas con color negro, dibujándolas de forma que casi se unían sobre la nariz.
Los hombres, especialmente, se acentuaban mucho las cejas de esta forma.
GRECIA (2500 –siglo IV d.C.)
Los griegos convirtieron el culto a la belleza en uno de los pilares de su
cultura. Los peinados que triunfaron en sus días eran extremadamente elaborados
y llenos de detalles.
Al contrario que los egipcios, los griegos adoraban el movimiento expresado a
través de múltiples rizos y ondas. También para los hombres el cabello rizado
se consideraba exponente de la hermosura.
En Grecia los esclavos eran los encargados de mantener lo más hermosas posible
las cabezas de sus amos. Pero Grecia aportó un elemento nuevo: los salones de
belleza, dónde se peinaban y arreglaban las cabezas más selectas. Además se
creó una escuela para la corte (de peinados) que tenía tanta importancia como
la de bellas artes. Otra de las innovaciones de la época vino de la mano de
Alejandro Magno, que a consecuencia de sus conquistas en Oriente, aportó toda
clase de recetas para teñir y dar forma al peinado.
En las mujeres, el cabello es largo con rizos delanteros sobre la frente y el
cabello recogido en la coronilla y dividido en gruesos mechones que caen sobre
los hombros sobre la espalda recogidos con cintas.
Más adelante llevan la “peluca escalonada”, llamada así porque el cabello llega
a los hombros en escalones horizontales. Este ondeado se logra con cintas pero
en las estatuas no se aprecia si son metálicas o de tela (probablemente
derivada de las pelucas egipcias).
Un poco más adelante aparece el peinado “perlado” que consiste en cabellos
largos sobre la espalda, divididos en mechones, divididos a su vez en
segmentos. También sobre la cabeza el peinado está ordenado en forma de perlas
y sujeto por una cinta. También el cabello podía caer en forma de ondas y
sujeto por una cinta alrededor de la frente.
Otro peinado bastante frecuente era el "corimbo", en forma cónica.
Para decorar estos peinados se usaban agujas de hueso o marfil, redecillas,
pañuelos, diademas, cintas y oro.
Para los hombres, la moda del pelo corto comienza hacia el 540 d.C. y barba.
Generalmente llevaban barba, aunque los soldados del año 350 d.C. comenzaron a
hacerse afeitados completos. Tenían el pelo rizado y casi corto como el que
llevan los hombres en la actualidad.
En la Época clásica y helenística, el peinado en la mujer varía mucho siendo
frecuentes el peinado de “lampadión” (antorcha en griego). El cabello va
peinado hacia atrás y envuelto en una banda de la que sobresalen las puntas
como las llamas de una antorcha. El recogido puede llevarse en la frente o
detrás de la cabeza.
El peinado en forma de melón goza de gran preferencia e incluso es llevado por
reinas y emperatrices romanas. En él, el cabello es dividido en diversos
fragmentos que se peinan hacia atrás torneados o tirantes y allí se forma una
trenza o un moño.
La única imposición en la moda cambiante del peinado en las mujeres es que la
mujer casada debe llevar el cabello cubierto con un velo en sus apariciones en
público.
Teñirse de rubio era ya algo bastante común en el 500 a.C., sobretodo entre
prostitutas. Las mujeres se depilaban, se hacían las cejas, la manicura y la
pedicura, dándole gran importancia a la estética y la belleza.
LOS ÍBEROS
En nuestras tierras los íberos habían seguido sus propios criterios. Hasta la
fecha sólo nos han llegado testimonios a través de estatuillas de damitas, a
partir de las cuales se ha podido descubrir la enorme influencia de la cultura
griega. Así, se observa una deliciosa mezcla entre lo autóctono y lo importado
que muestra, por ejemplo, objetos de tocado similares a ruedas, que algunos
expertos han identificado con pelo trenzado, enroscado y cubierto de tela.
Además de complementos como mantillas y peinetas, que tanto se identifican,
todavía hoy, con la cultura hispánica, los íberos utilizaron también los
elementos de peluquería propios de los griegos de la época: esto son cintas,
redecillas y diademas a modo de corona.
LOS PUEBLOS BÁRBAROS
Los pueblos a quienes los romanos denominaron bárbaros fueron en cuestiones de
peluquería, como en muchas otras, gente eminentemente práctica. Los cabellos
largos y sucios podían llegar a ser realmente molestos y siendo pueblos
humildes y poco dados a valorar y considerar criterios estéticos hicieron de
las trenzas y las colas de caballo sus peinados insignia.
Guerreros y cazadores, poco dados a cultivar las artes, no podían entretenerse
en rizar, colorear o decorar sus cabellos. Así que en algo coincidieron los
hunos que venían de Oriente con celtas y vikingos del Centro y Norte de Europa:
el cabello largo y trenzado (negro en los primeros y rubio o pelirrojo en los
otros).
ROMA (siglo V – IV a.C. hasta V d.C.)
Entre las múltiples adopciones culturales que los
romanos tomaron de los griegos se encuentran los criterios estéticos, y entre
ellos el de mostrar cabellos lustrosos y peinados elaborados y con infinidad de
detalles. El cabello era corto para los hombres y solía sujetarse con una
cinta. Las mujeres podían dejar caer su cabello rizado, en forma de tirabuzón o
ligeramente ondulado, o bien recogerlo en moños sobre la nuca, que envolvían
con redecillas y cintas del mismo modo que anteriormente hicieron las griegas.
Pero el Imperio Romano no sólo tomó ejemplo de la cultura griega, sino que
también se fijó en los hermosos cabellos rubios de los pueblos del norte a los
que Julio César hizo cautivos. El impacto de ese nuevo tono causó un gran
efecto en las mujeres y se empezaron a realizar pruebas para aclarar el
cabello, entre las que se popularizó el compuesto de sebo de cabra, ceniza de
haya y flor de manzanilla, pese a que resultaba nefasto para la salud de las ya
castigadas melenas. Quizá por este motivo, o porque resultaba más práctico, se
popularizaron las pelucas elaboradas con cabello de prisioneras. Los salones de
peluquería eran ya un negocio, aunque en aquel entonces no existían de modo
global como en la actualidad sino que se organizaban por especialidades. En
unos se realizaban peinados, en otros se daba color, en otros se hacían pelucas
o postizos...
Los romanos de los primeros siglos llevaban barbas y cabellos largos, pero
hallazgos de navajas de afeitar y espejos demuestran que los recortaban y los
mantenían arreglados y de largo medio.
En el siglo II surge entre los romanos la necesidad de lavarse los dientes y
afeitarse regularmente. Los muy principales llevaban las barbas cuidadas con
esmero.
En los distintos siglos del Imperio romano, la moda del cabello venía
determinada por los peinados del emperador y emperatriz reinantes que se
trasmitía a través de sus efigies representadas en las monedas. Los principales
se cambiaban el peinado al aumentar la edad así como al ascender de posición.
El peinado de Augusto (27 a.C. – 14 d.C.) fue clásico entre los romanos. Llevaba
en forma aparentemente desordenada, mechones en forma de lengüeta sobre la
frente. En el perfil se observa que los mechones están sistemáticamente por
encima o al lado uno del otro.
Trajano llevará los mechones ondeados en la frente en forma de “s” (no se sabe
si para ocultar las heridas de las batallas o por influencias de los griegos
para quienes la barba era símbolo de rango).
En los siglos IV y V los peinados son semejantes, cabello corto con flequillo
ondulado hasta alargarse a medida que nos acercamos a la caída del Imperio
romano en el 476 con el destronamiento del último emperador.
En el caso de los peinados de la mujer, Livia, que se casó con Augusto en el 39
d.C., llevaba un tocado con un bucle sobre la frente en forma de rulo. El
cabello está dividido en tres partes por medio de dos rayas en la zona frontal.
La zona central se peina hacia atrás y
se recoge en forma de tubo encima de la frente y los laterales van ondeados
hacia adentro y se recogen en un moño en la nuca. Este peinado se conocía como
el peinado de “nudo” por el rulo situado en la frente y desapareció en el 17
d.C.
A continuación, el cabello
se divide en dos (en una línea transversal de oreja a oreja) y la parte
delantera se peina hacia delante en líneas de ricitos. Este peinado va
evolucionando aumentando los rizos en cantidad y altura, formando un
abultamiento redondo que se denomina “orbis” (esfera). Este conjunto de rizos
constaba de apliques artificiales de pelo que se sujetaban sobre el pelo propio
con una diadema. El resto de pelo se trenza y coloca en forma de moño,
En el siglo II, se trenzaba el pelo y se añadían
trenzas artificiales haciendo una especie de turbante de trenzas alrededor de
la cabeza.
Tanto los hombres como las mujeres prefieren el
color rubio de los cabellos. Por ese motivo los romanos ricos se echaban polvo
de oro sobre ellos o se ponían pelucas o apliques de este tono que a veces
traían de Germania y que tanto apreciaban.
IMPERIO
BIZANTINO
La capital era Constantinopla. La ostentación es
el máximo explendor. Los adornos eran joyas, coronas, redecillas de oro,
piedras preciosas. La capital de la moda pasa a oriente.
EDAD MEDIA (500 – 1500 aprox.)
Una vez retirados los romanos de todos los
territorios que habían mantenido bajo su influencia dejaron tras de sí un
panorama desolador. Sin una administración competente las zonas urbanas se
convirtieron en focos de pobreza y epidemias.
Sólo en la Corte y los pequeños entornos de los
señores feudales se mantenía un nivel de vida que permitía unos mínimos
retoques estéticos, que, eso sí, solían limitarse a recogidos en las melenas de
las damas.
Una religión apremiante que prohibía todo tipo
de frivolidad jugó también una mala pasada a aquellas más presumidas que
pudiesen intentar arreglarse de un modo más original que el estrictamente
permitido.
Teñirse el cabello dejó de ser material y
moralmente posible. Sin embargo, las mujeres debían llevar el cabello largo y
bien recogido, lo que obligó a agudizar la imaginación para crear todo tipo de
moños y trenzas. La única manera de proteger el cabello de la suciedad y los
piojos era cubrirlo convenientemente, por lo que se generalizó el uso de
capuchas, velos, gorros y sombreros, en invierno y en verano.
Las mujeres intentaban arreglarse de la manera
más coqueta posible sin salirse de los cánones estrictamente indicados. Las más
humildes tejían en sus cabellos trenzas de todo tipo que generalmente nunca
dejaban caer, sino que se enroscaban encima o alrededor de la cabeza formando
originales recogidos. Sus únicos recursos para hacerlo eran peines de madera e
hilos de lana.
A menudo, se usaban flores como ornamento, pues
era lo único que tenían a su alcance. La raya en medio era lo más convencional.
Las clases más afortunadas disponían de joyas e
incluso diademas, aunque la principal diferencia, única aportación de la época
al sector de la peluquería, fue la aparición de los tirabuzones, que hasta ese
momento no adquirieron consistencia como peinado, aunque no fue hasta mucho
después, en el Barroco, cuando realmente se popularizaron. En palacio, los
recogidos eran mucho más sofisticados, incluyendo a menudo cuentas y todo tipo
de piedras para decorarlo
ALTA EDAD MEDIA
El cabello, durante esta época era símbolo de
poder, riqueza, dignidad, etc. Las leyes medievales afirman que el tocar o
arrancar parte de la barba o los cabellos será castigado con fuertes multas de
dinero o con castigos corporales. Las mujeres casadas deben llevar sus cabellos
cubiertos.
Desde que el rey franco, prescindió de los
cabellos largos, se establece la moda del cabello corto en Francia. En los
siglos IX y X era moda generalizada el cabello corto en los jóvenes y la barba
en los mayores.
Los jóvenes nobles se afeitan la frente y dejan
caer los cabellos rizados por la espalda. Los cortesanos de los siglos XII y
XIII demostraban gran interés por los cabellos largos y rizados. Las pintas de
los rizos podían ir hacia adentro o afuera, llamándose en este caso el peinado
de “viruta” por asemejarse a la forma de las virutas de madera después de un
cepillado.
Las mujeres llevaron el pelo largo durante toda
la Edad Media. En los siglos XII y XIII también los llevaron rizados como los
hombres. Las mujeres casadas normalmente llevaban sus cabellos ocultos por una
cofia. Desde mediados del siglo XII, aparece la “Venda” que consiste en una
venda que se usaba rodeando la barbilla y una banda rígida rodeando la cabeza
en forma de corona.
La clase religiosa se caracterizaba por sus
cabellos cortos y por la tonsura (círculo de cabellos afeitados en la
coronilla).
La caída de cabello era una gran desgracia en la
Edad Media por lo que existían muchos y disparatados medios para procurar su
crecimiento: preparados de ortigas, topos, abejas, sanguijuelas, etc.
Aparecen las tenacillas calientes en el siglo
XIII
BAJA EDAD MEDIA (1350 – 1450 aprox.)
Los peinados de las mujeres evolucionan
rápidamente, adaptándose a los coquetos cambios y comienzan a preocuparse por lucir
“auténticos peinados” que exigen gran detalle y largo tiempo en su preparación.
Mujeres:
Uno de los peinados clásicos del siglo XIV se
basa en dos trenzados amplios que caen por las mejillas rodeando las orejas y
casi siempre sostenidos por una red. También se usaban mucho tocados con
cucuruchos de gran tamaño.
En los países nórdicos, se llevan los grandes
tocados de formas voluminosas que hacen parecer la figura femenina más
delicada. Al principio se llevaban sobre las orejas pequeñas formas de cuernos
sostenidas por una red. Eran muy utilizados el tocado de aguja o hennin, el
tocado turbante, que tenía un velo cosido en la parte alta. Es clásico también el tocado en forma de “maceta” invertida
sobre la cabeza.
También para estilizar la cara se procura levantar los cabellos. El ideal de
belleza consiste en una clara frente redondeada y alta, los cabellos de las
sienes se retiran hasta el borde de las cofias, pieles blancas y labios carmín.
Se depilan las cejas y el cabello de la frente. La depilación se realiza con
piedra pómez y mezclas de extravagantes productos (huevos de hormiga, etc.)
Solamente, las jovencitas y las vírgenes llevaban los cabellos sueltos, y en
todo caso, según su categoría una pequeña diadema. Les gusta cambiar el color
de sus cabellos pero el rojo no estaba bien visto en la época.
Hombres:
Los cabellos se llevan medianos, ligeramente ondulados y a veces los cabellos
cortos en la frente y con un bucle hacia adentro. El pueblo llano estaba
obligado a llevar el pelo corto. En general, no llevan barbas, solo los señores
mayores como símbolo de dignidad y sabiduría.
En el siglo XV, Llevan los cabellos cortos.
El cabello de los monjes se peina de forma radial desde el remolino hacia fuera
en todos los sentidos, se corta por encima de las orejas y alrededor de las
orejas.
A mediados de siglo, sobre todo los jovencitos, llevan la cabeza llena de
grandes rulos que se realizan con tenacillas. A veces se entrelazan con cintas
y el peinado masculino se afemina
RENACIMIENTO (1420 – 1620 aprox.)
El culto a la belleza personal y la moda la marca
Italia, siendo su máximo exponente Florencia.
Los accesorios proliferan y aparecen los postizos, especialmente en forma de
trenzas y moños muy elaborados.
Además redecillas, coronas y joyas entrelazadas se extienden no sólo por la
Corte, sino entre las florecientes clases urbanas.
De esta manera se expanden los peinados de las casas venecianas y la moda de
teñir el cabello en tonos rojizos, para lo que se empleaban mezclas de sulfuro
negro, miel y alumbre con las que se embalsaban las cabelleras y posteriormente
se exponían al sol para potenciar la acción de la fórmula.
Nació en estos momentos la pasión por cambiar el color natural de la melena de
las mujeres, y se popularizaron también el rubio ceniza, el hilo de oro y el
color azafrán.
Trenzas anudadas encima de la cabeza o a los costados han perdurado desde la
etapa medieval, y sin embargo, ahora son decoradas con todo aquél complemento
que se pueda imaginar. A pesar de esto, el buen gusto y la prudencia son muy
bien considerados en la época, con lo que la elegancia prima por encima del
recargamiento.
Italia En las pinturas de la época se observan las mujeres de perfil para
resaltar una frente muy amplia, conseguida por medio de la depilación, con
cabellos tirantes y levantados. Las cejas son finas.
A principios del siglo XV, los peinados se ajustan altos, sujetos con cintas y
la línea de la espalda se destaca con pequeños escotes. Los cabellos peinados
hacia atrás se meten bajo un armazón en forma de canasto encima del cual no se
agregan ni telas ni apliques de cabello. Como peinado de diario, mantienen las
trenzas rodeando la cabeza. En el pueblo, se utiliza este peinado pero en lugar
de trenzas, la cabeza se rodea con mechones que terminan colgando hacia el
costado o hacia atrás.
Dentro de las clases altas se realizan verdaderas obras maestras del peinado:
peinando los cabellos tirantes desde la frente se realizan trenzas adornadas
con cintas y perlas que se entrelazan artísticamente en forma circular en la
parte posterior de la cabeza.
A medida que avanza el siglo, los cabellos de la frente ya no se depilan. El
pelo dividido al medio se lleva liso hacia la nuca, tapando las orejas, y se
ajusta en un moño en la parte posterior dela cabeza. Este peinado suele
completarse con un mechón o dos por debajo de la barbilla. El peinado se cubre
con una pequeña cofia o red de pedrería. Otro peinado muy vistoso es el de los
cabellos divididos en dos y recogidos formando dos grandes caracoles sobre las
orejas.
Las damas elegantes prefieren los cabellos rubios y en ocasiones llevan la
parte superior de un color y los costados de otro.
El hombre se deja crecer los cabellos a un largo medio.
En la primera mitad del siglo XVI, Continúa el pelo rubio o pelirrojo y la tez
clara. Existe la preocupación de mantener la cabeza pequeña. Ya no se ocultan
los cabellos con cofias sino que se adornan con finas redes. El peinado
característico de las mujeres es el cabello con raya al medio, peinado liso
hacia ambos lados de la cabeza y llevado hacia atrás por encima de las orejas.
El peinado más apreciado es el que a partir de unos cabellos con raya al medio,
se forma un rollo en la parte superior de la cabeza que la rodea en forma de
diadema.
Hacia la mitad del siglo, se peinan los cabellos tirantes, sin raya, sujetos en
un alto moño, rodeado de trenzas naturales o postizas. El codiciado “rojo
Tiziano” del siglo XVI se consigue con henna.
En los hombres, a principios del siglo XVI, se lleva la barba como el más importante
atributo. La barba trae consigo, en la mayoría de los casos, el corte de los
cabellos.
Oeste y centro de Europa
En Francia, las mujeres llevan cofia del Medievo. Se impone la pequeña cofia
francesa en forma de herradura que se asienta en la parte posterior de la
cabeza y permite que los cabellos se puedan peinar lacios a los lados y hacia
atrás. La mujer alemana continúa llevando la peluca con trenzas.
El hombre típico es Francisco I: cabello corto, fino y curvado bigote y barba
afeitada alrededor de la boca.
A partir de una raya al medio se estiran los cabellos, que se ajustan en la
parte superior delantera de la cabeza, dándoles forma de corazón. Al igual que
en el Renacimiento Temprano, se aprecia una alta y ancha frente. La parte
posterior de la cabeza se adorna con una cofia.
A finales del siglo XVI se carda el pelo de la frente, hasta convertirse en una
fina y alta pirámide sostenida con
Alambres (peinado de pera). En los tiempos de Isabel I de Inglaterra
se llevaban voluminosos peinados de rizos. Isabel I pone de moda los cabellos
rojos por ser éste el color de los suyos.
La ancha barba anterior se convierte en este período en una barba puntiaguda.
El bigote puede ser recortado, con las puntas elevadas o cayendo por las
comisuras. Es frecuente llevar una pequeña perilla con un escaso bigote. En la
última década los hombres empiezan a dejarse crecer el pelo.
PERSONAJES
Duquesa de Montpensier, Margarita de Valois.
BARROCO (1620 – 1715)
Pero sin lugar a dudas si algo caracteriza el look de la época son las pelucas
(aparición fomentada por Luis XIV de Francia, que deseaba ocultar su calva) y
el peinado Garzette, que consistía en una base metálica con forma ovalada y
volumen a los lados, que después cubrían con cabellos rizados.
En pelucas y peinados se reflejaron los gustos estéticos del momento, por lo
que se puede observar monumentalidad, espectacular y recargada riqueza
decorativa, expresividad, etc.
Así se mezclaban con el cabello joyas, gasas, plumas, flores, cintas y
elementos inimaginables, de manera que una peluca podía llegar a ser la maqueta
de un castillo o de un barco. A más espectacularidad, mayor prestigio se ganaba
socialmente, de manera que esta suerte de peinados llegaron a obligar a las
damas a agacharse para entrar en las carrozas.
El rizo durante el barroco, y los tirabuzones, empezaron a crearse de manera
artificial, mediante palos cilíndricos que luego se sometían al calor de hornos
de panadería o incluso, fraguas.
Con la llegada de la Revolución Francesa, las pelucas desaparecieron por
completo y volvió el gusto por el pelo natural.
Los caballeros llevaban el pelo rizado y el bigote adquiere mayor importancia,
a medida que fue recortado y rizado y se le aplicaron ceras o pomadas. Los
puritanos llevaban el pelo corto y redondeado e iban completamente afeitados.
Durante este siglo también se pusieron de moda las pelucas. La peluca “allonge”
está muy difundida para altos funcionarios, doctores y abogados.
Los peinados de las mujeres se hicieron, muy elaborados y se utilizaron
postizos de pelo para darles mayor volumen y altura. Son característicos los
peinados con abundantes rizos y con flequillo también rizado.
En la conservadora España, se lleva el cabello encima de un armazón de alambre,
muy ancho a los lados y adornado con abundantes moñas, plumas y joyas.
A finales de siglo se lleva el peinado Fontange que consistía en una alta
construcción de rizos y una cofia almidonada de lino o de puntilla. El peinado
era construido encima de una almohadilla o de una construcción de alambre.
Los adornos típicos eran perlas, lazos, flores, plumas.
PERSONAJES
Luís XIII, Champagne (peluquero), Martine (peluquera sucesora de Champagne).
ROCOCÓ (1715 – 1789)
Los primeros peinados de la mujer de esta época son recogidos sencillos y
empolvados. A partir de 1764 se ven nobles y ricas burguesas con peinados que
crecen cada vez más en altura y que alcanzan la máxima en 1778. El adorno
preferido son las plumas. Los peinados se coronan con extravagantes
construcciones como un velero.
Durante este siglo desaparecieron las barbas de los rostros de casi todos los
europeos. La moda de la trenza o coleta postiza de pelo perduró casi todo el
siglo y la llevaban especialmente los militares. La moda de empolvarse el pelo
o la peluca con polvo blanco o harina de trigo (también se utilizaba una tierra
blanca y blanda y yeso) alcanzó su máxima popularidad durante este período.
Había también polvos para el pelo de tonos rosas, azules y grises. Las clases
bajas tenían coletas de pelo o se lo dejaban por detrás y no utilizaban coleta.
Los militares británicos tenían dos estilos predominantes. Uno era el peinado
blanqueado, utilizado por los que llevaban sombrero, con un lazo pequeño en la
parte de atrás. El estilo del peinado con una trenza cuyo extremo se sujetaba a
la parte posterior de la cabeza se utilizaba en las compañías de granaderos e
infantería ligera por aquellos que llevaban gorra en lugar de sombrero.
Como en el siglo anterior, muchas mujeres llevaban pelucas. Los postizos de
pelo se utilizaban también con el pelo natural y practicaban el empolvado del
cabello.
PERSONAJES
Leonart (peluquero), Reina Margot, Madame Pompadour, Princesa de Lamballe
(prima de Mª Antonieta), María Antonieta.
SIGLO XIX, ÉPOCA DE CAMBIOS
Así, las grandes pelucas y los abalorios de fantasía quedaron relegados por un
largo periodo de tiempo.
Aparecieron así los peluqueros, que trabajaban sobre todo a domicilio cuando lo
hacían con la burguesía. Se asentó definitivamente el oficio, el de expertos en
cabello que lavaban y sobretodo peinaban a grupos de clientas a cambio de una
remuneración económica; a diferencia de los antiguos peluqueros de la Corte que
solían ser doncellas u otros sirvientes que aprendieron la profesión o bien
artesanos o sastres que confeccionaban pelucas.
Los caballeros sin embargo, cortaban su cabello en el barbero, sin decidirse
todavía a ponerse en manos de los estilistas que trataban a las señoras. Las
mujeres de las clases sociales más humildes sujetaban sus cabellos, sobretodo
en moños, que empezó a considerarse el peinado más decoroso del momento.
También las burguesas adoptaron este peinado. Cubrirlo con el sombrero adecuado
al salir a la calle se convirtió en el máximo adorno para estos moños sujetos
en la nuca y a menudo cubiertos por redecillas.
Pero la auténtica revolución de la peluquería en esta época la provocó la
aparición del agua oxigenada en 1867. Lo que hasta entonces habían sido recetas
auténticamente peligrosas para la salud del pelo y el cuero
Cabelludo pasó a convertirse en un proceso de decoloración mucho más
sencillo y seguro. La coloración vivió otro avance espectacular casi a las
puertas del S.XX cuando aparecieron los primeros colorantes sintéticos. Y
aunque sólo las clases más favorecidas hacían uso de ellos y que tampoco fueron
recibidos con gran entusiasmo, significaron la primera semilla de un producto
que sin duda ha evolucionado en 100 años más que ningún otro de los utilizados
en esta profesión.
PERSONAJES
Eugenia de Montijo, Emperatriz Mª Luisa.
NEOCLASICISMO (1789 – 1804)
Los peinados con altas torres y sobretodo el empolvado y las pelucas han
terminado. Se produce la unificación de peinados de todas las clases sociales.
Se lleva lo simple y lo natural: los cabellos y los colores de estos son
naturales. Desaparece la trenza en los hombres y llevan el cabello suelto. Las
mujeres llevan el cabello suelto y se lo hacen poner en desorden, incluso
artificialmente.
Intentan imitar los peinados griegos de los siglos V y IV d.C, en los que los
cabellos, fundamentalmente los rizados, se ajustaba arriba mediante todo tipo
de adornos sobre todo con bandas y pañuelos.
Se pone de moda la cabeza romana “a lo Tito”. Las que quieren seguir la moda
pero no hacer víctima a su cabello de ese mal corte usan pelucas negras.
IMPERIO (1804 – 1815)
El gusto por los peinados naturales y los sencillos vestidos dura poco. Tanto
los peinados como los vestidos adoptan formas más rígidas.
El cabello se retira de los lados y se ajusta atrás en un moño. A los lados
caen cabellos cortos rizados. Los cabellos se sujetan con diademas, collares,
peinetas, etc.
Los hombres llevaron el cabello corto, cayendo hacia delante, ondeados, sin
raya. Este peinado “tipo César” es el que llevaba Napoleón que se consideraba
sucesor del emperador romano.
Las patillas están de moda desde comienzos de siglo. En sus comienzos son finas
líneas que con el tiempo se van engrosando hasta ser barbas de la mejilla.
PERSONAJES
Josephine (esposa Napoleón), Mª Luisa (segunda esposa), Napoleón.
ROMANTICISMO (1815 – 1848)
Mujeres
Entre 1820 y 1830, el peinado femenino se caracteriza por un ancho moño
ajustado detrás de la cabeza y con rizos que caen en los laterales del rostro.
Este peinado hace que el rostro parezca más alargado pues el moño lo alarga y
los rizos delanteros lo adelgazan. Así se logra la impresión de una forma
ovalada, uno de los ideales de la época.
Después de 1835 desaparece la construcción con los moños y el cabello largo se
ajusta detrás de la cabeza con un rodete y los costados del rostro se adornan
con largos y colgantes rizos de palo o guirnaldas de trenzados. El cabello se
peina con raya en T, en U, en V y en Y.
Quien no tenía un cabello voluminoso utilizaba postizos de cabello o de seda.
Los cabellos rojos o grises son indeseables y que son favoritos los negros
aunque también se admiran los rubios.
Durante esta época, la mujer rara vez lleva el cabello descubierto. El peinado
sencillo de las que no tienen tiempo para dedicarle consiste en el cabello
dividido por una raya, liso, hacia atrás recogido en un simple moño.
Hombres
Los hombres de la época romántica manifiestan con sus peinados y sus barbas sus
inclinaciones políticas.
En los años 20 el peinado es ligeramente ondulado y rizado. Los jóvenes
preferían el pelo corto en la frente y patillas o barbas en las mejillas más o
menos destacadas.
A partir de 1830 los cabellos fueron más largos y se usaron menos las
tenacillas y en su lugar se usaba aceite para mantener su forma y darle brillo.
PERSONAJES
Josephine Baker, Antoine (peluquero), Mary Pickford, Rodolfo Valentino, Carlos
Gardel, Mae West.
EL SIGLO XX-I (1900-1930)
El pasado siglo fue el que dio el empujón definitivo a la peluquería
profesional. A pesar de que ya había hecho sus primeros pinitos unas décadas
antes, fue en el siglo XX cuando surgieron los salones de belleza dedicados
exclusivamente al cabello, cuando estos se acercaron al pueblo, cuando los
productos específicos dejaron de ser artesanales y aparecieron las grandes
firmas,
Cuando hombres y mujeres decidieron dedicar parte de su presupuesto
familiar a arreglar su peinado y cuando surgieron las escuelas y los estudios
de peluquería.
Pero si hay un hecho verdaderamente destacable fue el acontecido en los años
veinte: las mujeres se cortaron el pelo corto. Con la incorporación de las
mujeres al trabajo, éstas habían dejado de peinarse solamente para arreglarse y
habían empezado a buscar la comodidad. La evolución lógica de la búsqueda de lo
práctico fue cortarse el pelo como un hombre: surgió el estilo garçon. En ese
momento cortarse el cabello se convirtió en todo un símbolo de la mujer
moderna. Inicialmente hubo quien consideró que el pelo corto femenino sería una
moda pasajera, pero realmente se convirtió en una opción más, y una opción que
siempre ha seguido ligada a las mujeres emprendedoras, atrevidas,
independientes y modernas
Pocos años después empezaron a surgir los primeros sindicatos y asociaciones de
peluqueros, sentando otra de las bases de lo que es la peluquería hoy en día.
En estos emocionantes años de principios de siglo otro invento revolucionó la
peluquería: de la mano de Carlos Nessler apareció la permanente en caliente, y
los rizos artificiales causaron furor durante décadas y en diversas formas y
estilos.
PERSONAJES
Josephine Baker, Antoine (peluquero), Mary Pickford, Rodolfo Valentino, Carlos
Gardel, Mae West.
EL SIGLO XX- XXI (1930-1960)
Años 30
La permanente eléctrica causó furor. El cabello se lleva rizado. Ondas al agua
y cabello rubio es lo más solicitado. La moda la marcará el cine.
PERSONAJES
Marlene Dietrich, Jean Harlow, Greta Garbo, Edith Piaf.
Años 40: Segunda Guerra Mundial
La moda pasa a América, y la moda viene marcada por el cine. Se pone de moda el
peinado “arriba España”. El sombrero se lleva en la primera parte de los años
40, y se lleva el cabello largo en la cara con ondas. El hombre lleva el
cabello corto con bigote. La permanente se hace en frío.
PERSONAJES
Katherine Hephburn, Spencer Tracy, Clarck Gable, Errol Flynn, Gary Grant, Rita
Haiworth, Humpfrey Boggart, Ingrid Bergman.
Años 50
Triunfa la peluquería francesa. Recogidos pequeños. La televisión causa furor.
El rock toma poder. La época dorada de Hollywood influirá en todos los aspectos
de la moda. En peluquería, las grandes ondas en el más puro estilo Vivien
Leigh, Maureen O'Hara o Rita Hayworth se convirtieron en el máximo exponente de
la elegancia. Sin embargo, si un peinado creó escuela fue el llamado
Peek-a-boo-bang consistente en una abundante masa de cabello rubio platino
ondulado que tapaba un ojo, popularizado por uno de los grandes mitos del
celuloide: Veronica Lake (foto derecha).
Pero si hubo una actriz que determinó el tipo de trabajo que se realizaba en
peluquería ésa fue Marilyn Monroe. Fue tal el éxito que consiguió tiñéndose de
rubio platino, que miles de mujeres de todo el mundo no dudaron en emularla.
Fueron tiempos de melenas rubias y onduladas, aunque no todo eran cascadas de
cabello cayendo encima de los hombros. Los grandes crepados eran habituales en las
calles, y las peluquerías tenían mucho más trabajo peinando que cortando o
tiñiendo.
En lo que a productos se refiere fueron los años de mayor auge de lacas y plis
que debían mantener intacto el laborioso trabajo de los peluqueros.
Cualquier mujer que se prestara debía acudir al salón como mínimo una vez por
semana. Las medias melenas con puntas graciosamente inclinadas hacia fuera o
las melenitas cortas con mucho volumen triunfaron también, siempre gracias a
abundantes cantidades de fijación.
Entre los hombres fue más la música que el cine lo que popularizó determinados
peinados, así en los 50 se extendió por todo el mundo el mítico tupé de Elvis,
sostenido gracias a fuerte gomina (entonces brillantina).
[pic]
Anteriormente, sin embargo, era el pelo corto de estilo militar lo que más se
había llevado, cómodo y práctico, el look se popularizó especialmente durante
la guerra y la posguerra. En las grandes ciudades se completaba gracias también
a la brillantina, usada en este caso para que ningún pelo se despegara de la
posición exacta en la que el peine lo dejaba.
PERSONAJES
Marilyn Monroe, Jacqueline Kennedy, Audrey Hephburn, Grace Kelly, Marlon
Brando, James Dean, Rock Hudson, Elvis Presley, Paul Newman, Brigitte Bardot
EL SIGLO XX-XXI (1960-1980)
En los años 60 y 70 se vive una auténtica revolución en lo referente a la moda
del cabello. El peinado se convierte en una de las más características señas de
identidad de cada persona, y especialmente los jóvenes.
Años 60
Durante estos años nacen muchas Corrientes. Se imponen los rulos y se abusa del
cardado. Aparecen grandes volúmenes y se impone del uso de laca.
La peluquería pasa a la escuela inglesa. Triunfan los peinados geométricos y
lisos. Nacen los hippies en Estados Unidos. Aparece la moda Mod, el pop-art,
twist y guateques.
PERSONAJES
The Beatles, Rolling Stones, Vidal sassoon (peluquero), Twiggy Lawson, Jane
Fonda, Rachel Welch, Robert Redford, Paul Newman, Clint Eastwood.
Así, los rockabilies que habían surgido en la
década anterior se peinarán con un tupé al más puro estilo Elvis y lo
perpetuarán hasta los años 90. Los seguidores del movimiento beat imitarán a
The Beatles con sus melenitas y flequillos escandalizando a propios y extraños
con lo que entonces se consideraba una melenita demasiado larga para el público
masculino.
Años 70
En los 70 llegó la auténtica revolución de forma y color: el glam, con David
Bowie en cabeza, propulsó el mullet (flequillo muy corto y pelo más largo en la
nuca) que llegó a evolucionar hasta límites insospechados con el
movimiento punk que construyó altas crestas de colores estridentes
sobre una base de mullet. También en los 70 escandalizaban los rastas, que
siguiendo los dreadlocks de Bob Marley triunfaron inicialmente entre el público
afro-americano, aunque en los 90 se popularizaron a todo tipo de público joven,
incluyendo a las chicas que en un primer momento se habían mostrado más
reticentes a adoptar este peinado.
Por su parte el movimiento hippie y posteriormente el grunge, propulsaron una
moda anti-peluquería en la que lo que se priorizaba era un pelo descuidado,
largo y caído de la manera más natural posible.
Sin embargo si hay dos peinados a resaltar de la moda cabello de los años 60 y
70 que se popularizaron de manera desorbitada, estos fueron la permanente y el
bob. Los rizos exagerados a lo Jackson Five y el peinado de corte de paje que
presentó inicialmente Vidal Sassoon, supusieron dos de las grandes fuentes de
ingresos de los salones en esas dos décadas y la mayor parte de la posterior.
Ambos buscaban algo que ha caracterizado la moda cabello de la edad
contemporánea: la comodidad, no sólo al llevarlo, sino al peinarlo.
Triunfa llongueras en toda Europa e Iranzo en peluquería de hombre. Henri Colomer
se hace famoso en España por sus escuelas.
PERSONAJES
Olivia Newton John, Abba, Bee gees, Boney M, John Travolta, Ferrah Fawcet.
SIGLO XX- XXI (1980-2000)
Años 80
Se crea una gran variedad de estilos. Aparece el concepto de tribus urbanas.
Triunfa la música disco y pop. Hay mucha libertad de imagen.
En el mundo occidental la mujer ha conseguido emanciparse. Las mujeres quieren
demostrar más que nunca que su profesionalidad no está reñida en ningún caso
con su belleza y los cuidados que esta necesita. A su vez, el hombre no querrá
ser menos, y empieza también a preocuparse cada vez más por su físico, a
utilizar productos cosméticos, a seguir las tendencias de la moda y a no
avergonzarse de dedicarse a los cuidados personales.
A partir de este momento, en peluquería se empiezan a crear tendencias, es
decir que los estilistas proponen determinadas pautas de moda, pero sin
imponerlas. Las tendencias forman corrientes a seguir que permiten que cada
cual adapte a su gusto las propuestas de cada temporada. Color, textura, medida
del cabello... quedan al gusto del consumidor. Así en los ochenta se llevaban
los cabellos ondulados ligeramente, y en los noventa triunfaron los desfilados,
los escalados y finalmente las extensiones, pero cada cual dio a estas ideas su
toque personal.
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PERSONAJES
Madonna.
Años 90
Se minimiza el look. Explota el mundo de las supermodelos y gana mucha
importancia Hollywood. La música techno y house, triunfan.
SIGLO XX-XXI.
Los inicios del nuevo milenio
Los pocos años de este nuevo milenio marcan un camino en el mundo de la
peluquería que ya había empezado a ser trazado en la última década del S.XX. La
mezcla de culturas, de estilos, el cambio constante, el atrevimiento ante
formas y colores ha abandonado las pasarelas y las páginas de las revistas y ha
invadido las calles.
Los grandes ídolos estéticos masculinos suelen surgir del mundo del deporte.
Entre ellas siguen triunfando como ejemplos a seguir cantantes, actrices y
top-modelos, los estilistas de las cuales cogen sus ideas de la calle.
Las extensiones fijas o de quita y pon, los baños de color, los postizos, los
tintes de alta calidad que no dañan el cabello, las ceras, geles y espumas que
texturizan y dan formas, los accesorios y complementos, los protectores solares
y todos y cada uno de los productos que pueden encontrarse en el mercado
formulados y/o diseñados para el cabello han convertido lo que era un lujo en
una necesidad, y la industria de la belleza se ha entrado en la mayoría de
hogares.
Jóvenes y no tan jóvenes reservan una parte de su presupuesto mensual a cuidar
su cabello, a hacerlo cambiar, a colorearlo o darle forma... Empieza el milenio
de la peluquería, el tiempo en que las barreras han sido derrocadas y
cualquiera de los estilos que a lo largo de los siglos anteriores han triunfado
ahora se puede ver en las cabezas de los/las más atrevidos y vanguardistas.